Muy cerca

Louise Dupré

 

 

1.

 

No soy de ninguna parte cuando se estrecha el cielo, de ningún bosque, de ninguna ciudad, como una mujer sentada en su menudencia de mujer que busca sus rasgos a través de una ventana camuflada. Allí, en el recuerdo de mi muerte, del instante exacto en el que me abandonó la respiración, me mezo sin hacer ruido, sorprendida por hallarme intacta en la voluntad del mundo, por ofrecer mi nombre a la garra del sol. Porque todavía es de día, a pesar de que el día haya declinado, y aguardo ante los ramos de los cementerios. Velo por mí, tranquila, entre tantas almas que no han sabido resistir.

 

 

2.

 

Alrededor, demasiados dramas encubiertos, tanto, tanto silencio, demasiado. Como si, al desvelar la miseria humana, me arriesgara a un abandono que me condenara a ser devorada, con el vientre desgarrado en medio de la plaza pública, vísceras en las que hurgan bestias voraces. Y, sin embargo, escribir empieza por la vergüenza de una muerte sórdida, la nuestra, siempre, cuando la mano izquierda, titubeante al principio, se aferra a una verdad, cuando se despega de su cuerpo de la infancia, del blanco opaco que envuelve la memoria.

 

Escribir empieza por una traición.

 

 

3.

 

Y nos convertimos en la niña que no hemos sabido ser, insolente frente al zumbido de los insectos en la caverna de la oreja. Algo del mundo penetra en nosotros, no lo rechazamos más, una pureza del dolor. Nos invade, nos proyecta fuera de la cama, las noches muy negras en las que no suponemos belleza alguna, salvo la sorpresa de movernos, de sentirnos las cuerdas vocales hinchadas, de decir soy una voz quebrada en el rumor, pero una voz que intenta insuflar vida a las piedras donde descansan los fósiles.

 

 

 

Traducción del francés

Marina López Martínez

Universidad Jaume I de Castellón

 

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